jueves, 27 de noviembre de 2014

Theodor Boveri



Theodor Heinrich Boveri nació en Bamberg, Alemania el 12 de octubre de 1862.


Fue el segundo de cuatro hijos. Su padre era médico y su madre se llamaba Antoine Elssner Boveri. A los trece años fue enviado a estudiar al Realgymnasium de Nuremberg, donde se graduó en 1881. Comenzó a estudiar filosofía e historia en la Universidad de Munich, pero, después de un semestre, cambió a ciencias naturales.


En 1881 inicia su formación en el campo de la citología, estudiando anatomía y biología en la Universidad de Múnich; obteniendo un doctorado como cum laude gracias a su tesis Beitrege zur Kenntnis der Nerverfasern, supervisada por el anatomista Carl von Kupffer. Esta alta calificación le permitió ser beneficiario de una beca para llevar a cabo sus investigaciones en el prestigioso laboratorio de Richard Hertwig, en el departamento de zoología de la universidad muniquesa.


En 1887 ocupó un puesto de lector y conferenciante en zoología y anatomía en esa misma institución.


Tras finalizar el periodo de becario en 1891, el propio Hertwig le consiguió una plaza de profesor asistente en su departamento, siendo hasta el año 1893 cuando logra la plaza de profesor titular en anatomía comparativa y zoología en la Universidad de Wurzburg. Al tiempo que tomaba posesión de su puesto accedió a otros cargos importantes, como la dirección del Instituto de Biología Emperador Guillermo en Berlin-Dahlem, la cual ocupó hasta su muerte.


En 1898 Boveri se casó con Marcella O’Grady, una bióloga americana que fue a Würzburg a trabajar con él. Le ayudó con frecuencia en sus experimentos. Tuvieron una hija, Margret, que fue una destacada periodista y escritora; y un hijo, Walter Boveri, que fue un conocido industrial.


Oskar Hertwig ya había descrito que durante la fecundación se fusionan los núcleos del espematozoide y los del óvulo, trabajando con el huevo del Toxopneuste livide. Boveri investigó con el huevo del Ascaris megalocephala a partir de 1887 y observó que la mitosis era un proceso muy organizado. En el de maduración del huevo había un momento en el que el número de cromosomas se reducía a la mitad.


Boveri también trató de demostrar que la fusión de los núcleos no es la causa del desarrollo. Demostró que aún privado de forma experimental del núcelo, el huevo se desarrolla como un embrión cuando el espermatozoide penetra en él, sin que haya fusión de los núcleos en ese caso concreto. Según Boveri el óvulo era incapaz de desarrollarse porque le faltaba el “órgano” de la división celular. Éste órgano (el cual bautizo centrosoma) no existe en el huevo virgen y, por tanto, sería el espermatozoide quien lo aportaría.


Boveri halló mejores evidencias de la “continuidad de los cromosomas” cuando eligió como material de investigación el erizo de mar, con 36 cromosomas por célula y la posibilidad de producir las cuatro primeras células embrionarias con un número variable de ellos. Observó que de todos los embriones que obtuvo, sólo los que tenían 36 cromosomas en sus células se desarrollaban de forma normal. A partir de esto dedujo que cada cromosoma tiene cualidades diferentes. Estos hechos demostraban una armonía entre el comportamiento de los cromosomas y las reglas que sigue la transmisión de los caracteres hereditarios, afirmando que los genes se localizaban en los cromosomas y que cada uno de éstos posee un conjunto particular de los mismos: su individualidad física. Este descubrimiento fue la base de la teoría cromosómica de la herencia.


Sus obras más importantes son Zellenstudien (Estudios sobre células) y Das Problem der Befruchtung (El problema de la fecundación).


También razonó que un tumor canceroso comienza con una única célula, en la que sus cromosomas están alterados, causando la división incontrolada de la célula. Fue mucho más tarde durante el siglo XX cuando los investigadores comenzaron a creer que Boveri podía haber estado en lo cierto.

Muere en Wurzburg, Alemania el 15 de octubre de 1915.

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